Tipo: Ensayo Publicación: 1ra edición 2017 Número de páginas: 86 págs. ISBN: 978-956-9261-29-9 Medidas: 17 x 12 cms. Precio de referencia: $6.000
“Doce pruebas de la inexistencia de dios” del ilustre filósofo francés Sébastien Faure fue publicado originalmente en 1920 y desde ese momento se ha traducido y publicado innumerables veces, por la vigencia y lucidez de sus argumentos y proposiciones.
A lo largo del texto, Faure desarrolla formulaciones lógicas con las cuales es posible refutar al Dios que llegaron a concebir los hebreos y que transmitieron a los cristianos, su intención no es objetar la religiosidad en sí. Su propósito es demostrar la incompatibilidad que poseen los más famosos enunciados sobre su naturaleza.
Luego de presentar sus doce pruebas, Faure culmina su escrito con una potente conclusión donde interpela al lector diciendo “Durante demasiado tiempo, las relaciones entre naciones e individuos han derivado de un Dios sin filosofía; es tiempo ya de que procedan de una filosofía sin Dios”
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SEBÁSTIAN FAURE (1858-1942) Nació el 6 de enero de 1856 en Saint Etienne de una familia rica y de costumbres muy católicas. Sebástien Faure mismo, hasta los treinta años, fue un creyente ferviente, y no solo eso, sino que contra la propia voluntad de su padre que quería mantenerlo a su lado e instruirlo en los “negocios”, a la edad de diez y seis años y medio quiso hacerse novicio jesuita. Por lo demás había sido educado desde la infancia por los jesuitas, que, como se sabe, “conocen el arte” de influenciar la sensibilidad y el alma infantil. Su convicción y su entusiasmo eran tan grandes que fue siempre distinguido e indicado como un ejemplo. Y eso duró hasta la muerte de su padre, que tuvo lugar dos años y medio después que Sébastien entró a formar parte de los novicios jesuitas. Fue a su cabecera, y ante las insistencias del moribundo, como Sébastien Faure prometió dejar a los jesuitas para asumir la dirección de la familia –era el hijo mayor– que por lo demás estaba reducida, a consecuencia de algunos reveses financieros, a condiciones bastante duras. La necesidad de ayudar a la familia, privada del padre y en mala situación financiera, fue en realidad la verdadera y única causa que indujo a Sébastien Faure a dejar el hábito talar. Tan verdad es esto que durante largos años aún permaneció ferviente y entusiasta creyente. Fue sólo hacia los treinta años cuando lentamente, impulsado por la necesidad humana de defender sus ideas religiosas, comenzó a leer libros contrarios y se abrió camino en él la duda. Poco después de esa crisis Sébastien Faure se convirtió al anarquismo, y se hizo uno de sus más calurosos y elocuentes defensores, y a esa idea dio su pasión y su entusiasmo eternamente joven.